10 de mayo de 1995. Final de la Recopa. La batalla entre Arsenal y Zaragoza agonizaba. El marcador del Parque de los Príncipes lucía un empate a uno. Era el último minuto de la prórroga y ya se vislumbraba que tocaría jugársela en los penaltis, pero en esas cayó un balón a Nayim, que a unos 50 metros de la portería inglesa y echado a la banda derecha, no lo dudó. Lanzó una vaselina interminable que terminó dentro. Zaragoza enloqueció.
La afición maña no lo olvidará. Seaman tampoco: "Un error, uno sólo, te coloca entre la espada y la pared, te complica la vida. Como portero, uno puede ser un héroe durante 89 minutos y de repente, ¡bum! En realidad jugué bien aquel partido, pero de repente pasó lo que pasó. Una pesadilla. Es algo que la gente recuerda y yo también. Ese gol me persigue. El estómago se me encogió. Es muy difícil de olvidar"
Con ese gol imposible Nayim dio al Zaragoza su primera Recopa y entró en su historia. El ceutí recordaba su proeza diez años después en los micrófonos de El Larguero, "aquel día lo intenté porque de niño metí un par de goles así jugando en Ceuta. Vi al portero adelantado y le pegué. Me salió bien. Recuerdo que tras el gol corrí buscando a los míos". En la banda se encontró al inglés Terry Venables, un hombre clave en su carrera.
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